Al límite de sus fuerzas, la hormiga logró abandonar el tintero en el que había caído. Deambuló de manera agónica por el folio, arrastrando sus patitas entintadas hasta que su vida se agotó.
Cuando el escritor sin inspiración volvió de su paseo, encontró en el folio que había dejado en blanco una hormiga muerta y tres palabras garabateadas, las tres palabras con las que empezaría su libro más celebrado.
3 de marzo de 2009
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5 comentarios:
Ooohhh... eso era el destino!! Seguro!!
Besosss
Uf, el colmo de la inspiración!!!!!
La muerte de uno le da vida al otro...
Las hormiguitas, tan trabajadoras y tan poco valoradas...
¿Y qué palabras eran esas? Siento una tremenda curiosidad...
Besos
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