Se detuvo en un punto de la acera, absorto en la contemplación de miles de pequeños cristalillos que emitían destellos anaranjados, verdosos, azulados... Si uno le lanzaba un guiño con fuerza, otro lo hacía más. Su mirada saltaba de cristal en cristal. Se alejó un par de pasos para admirar el conjunto. Parecía un charco multicolor en el que las gotas se hubiesen solidificado...
Cuando se despertó en el hospital, le contaron que le había golpeado una botella en la cabeza.
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6 comentarios:
Si es que uno no puede andar por ahí despistado.
...bueno, mira...
...podría haber sido peor...
...si llegan a estar descargando bombonas de butano...
jajajajajja
eso le pasa por curiosón :P
Jajajaa!!! Pues qué bonito todo lo que veía, no???
Un besooo
Uf, suerte que vivió para alucinar!!!
Me estoy volviendo adicta a tu blog, lo digo completamente en serio... Menos mal que con esto de la escasez de tiempo, cuando me paso a leerte, acabo con sobredosis :D
Besos
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