¡Yes, we can!

Estoy contento con el arrollador éxito de Obama. Me encanta que los estadounidenses no hayan apostado esta vez por la ranciedad y por el "amor a la patria" barato. Sin embargo, al ver un fragmento del discurso de agradecimiento de Obama he sentido algo extraño. Tras pronunciar el consabido slogan publicitario: "¡Yes, we can!", miles o millones de fieles congregados en Chicago han respondido al unísono: "¡¡¡Yes, we can!!! ¡¡¡Yes, we can!!!" De pronto, me ha parecido estar escuchando algo ya conocido, algo que debe estar en la raíz de la memoria colectiva: gritos de guerra, cánticos por la consecución de un título de fútbol, un inmenso amén en la Plaza de San Pedro...
Estoy contento con que haya salido Obama, pero eso no quita para que asome sin ser llamada la inquietud.