5 de enero de 2009

Merodeadores nocturnos

Los sensores de movimiento se activaron y la potente alarma despertó al matrimonio. La niña no había conseguido dormir.
-¿Estás bien? -le susurró su padre, mientras frotaba con la parte de arriba del pijama la pistola que guardaba junto a la cama.
Ninguno había oído nada, así que tuvieron que recorrer la casa estancia por estancia. Allí estaban, en el salón. Eran tres y sus siluetas oscuras se movían con soltura, sabían a lo que habían ido. El padre los saludó con una ráfaga de disparos que no dejó a ninguno en pie. Se acercó a sus cuerpos y, cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer, salió a la calle. No podía dejar testigos, así que disparó también a los pajes. Los camellos huyeron espantados.

3 comentarios:

acoolgirl dijo...

Es que eso de colarse en las casas... puede tener sus consecuencias!! Y más, en los días que vivimos!!

Muy bueno.

Un besooo

Anónimo dijo...

Espero que los matara después de que pasaran por mi casa, porque si no es así, la que va a cometer un asesinato soy yo.

La chica de ayer dijo...

Si es que la inseguridad tiene estas cosas... cualquiera que entre en casa es el enemigo!!!!!